Editorial

La economía china con vientos en contra

  • T+
  • T-

Compartir

Las más recientes estadísticas chinas dan cuenta de un cuadro preocupante para la segunda economía del mundo, que muestra un aumento del desempleo (en especial el juvenil), un descenso de la producción industrial y también de la inversión, una caída de las exportaciones y un muy disminuido consumo interno, además de un sector inmobiliario cuyas persistentes dificultades agravan los problemas anteriores.

Se trata de desafíos que van más allá de lo coyuntural, pues a ellos se agregan factores más estructurales, entre los cuales, el envejecimiento demográfico (que combina una menor fuerza de trabajo con el costo de una mayor población mayor inactiva), la elevada deuda de los gobiernos locales (que por muchos años han gastado en exceso con escaso control del Ejecutivo central), las cortapisas regulatorias al sector privado de la economía y, por cierto, un escenario internacional tensionado por la actitud más competitiva -y suspicaz- de otras grandes potencias hacia China.

Parte de esto último se explica por cruda rivalidad geopolítica, dado el interés de otros países por no ceder más espacios (políticos y económicos) ante una China activamente comprometida en aumentar su influencia. Desde Beijing esto es visto como una inaceptable campaña para “contenerla”, pero la propia China ha contribuido a inspirar desconfianza con decisiones que van desde pretensiones territoriales en su vecindario marítimo hasta su opacidad sobre la pandemia (su origen y su manejo) o su sistema político, y desde la presión comercial coercitiva a su política industrial desde el Estado o su restricción de las libertades civiles y los derechos humanos, entre otras.

Como sea, tanto China como el mundo necesitan que el país asiático, por su peso en la economía global, recupere el dinamismo de antaño, algo que parece difícil sin cambios importantes en (al menos) su estrategia económica y fiscal, así como en su entorno regulatorio y diseño institucional. En lo inmediato, medidas como el inesperado recorte de la tasa de interés anunciado esta semana son de alcance limitado, mientras que otras como dejar de publicar la cifra de desempleo juvenil arriesgan ser contraproducentes.

Lo más leído